
En la tercera edición de la encuesta “Perfiles globales del defraudador 2016” se analizan las características del perfil de los defraudadores, basándonos en un cuestionario aplicado a los investigadores del área Forensic de KPMG en todo el mundo. Las respuestas de los profesionales arrojaron particularidades acerca de las personas que cometen estos delitos y que han sido investigados en los últimos años.
Ciudad de México, 1 de junio de 2016 – Para 24% de los defraudadores que han sido investigados por KPMG, la tecnología resulta ser un facilitador clave a la hora de cometer el crimen, de acuerdo con la tercera edición de la encuesta “Perfiles Globales del Defraudador 2016” de KPMG International, red de firmas multidisciplinarias que brindan servicios de Auditoría, Impuestos y Asesoría.
Este análisis tiene por objeto conocer las características del perfil de los defraudadores, basado en un cuestionario aplicado a los investigadores del área Forensic de KPMG en todo el mundo. Las respuestas de los profesionales arrojaron particularidades acerca de las personas que cometen estos delitos y que han sido investigados en los últimos años. Los investigadores que son parte de esta muestra dieron detalles sobre cada defraudador, después de investigar los casos de distintas compañías afectadas.
“La tecnología en temas de fraude se vuelve un arma de doble filo y las organizaciones deben estar mejor preparadas para anticiparse a este desafío”, comentó Shelley Hayes, Socia Líder de Forensic de KPMG en México. “Conforme la tecnología se vuelve más sofisticada, también lo hacen los esquemas para usarla de forma malintencionada. Aunque está claro que los estafadores están muy cómodos haciendo uso de la tecnología para cometer fraude, no vemos indicios de que las compañías estén tomando acciones suficientes para prevenir y detectar los fraudes. Los sistemas de monitoreo de amenazas y procesamiento analítico de datos son imprescindibles para las organizaciones que buscan comportamientos anómalos o sospechosos.”
Los defraudadores están utilizando herramientas tecnológicas para perpetrar una variedad de fraudes. La encuesta revela importantes hallazgos sobre los usos que los defraudadores le están dando a estas herramientas tecnológicas. En 24% de los casos, el defraudador usó la tecnología para la creación de información falsa o engañosa en registros contables, en 20% de los casos, proporcionó información falsa o engañosa a través de correo electrónico u otra plataforma de mensajería, y en 13% de los casos, abusó del acceso que tenía permitido a los sistemas informáticos de la empresa.
Este dato cobra importancia si se toma en cuenta que una de las amenazas emergentes mencionada por los encuestados fue la incidencia del “ciberfraude” como uno de los delitos recurrentes. Aunque muchas empresas están conscientes de su existencia e impacto, no creen realmente que puedan ser víctima de ella, lo que puede revelar una falta de preparación para enfrentar este tipo de delitos.
La encuesta revela que los ejecutivos saben que los hackers y las organizaciones criminales pueden causar graves estragos a la organización. Sin embargo, no creen que les va a pasar a ellos. Al menos 31 de los 750 defraudadores investigados en esta encuesta cometieron un ciberataque. Aunque esto puede parecer un número bajo, apenas es la punta de un iceberg aún no identificado.
El informe de KPMG muestra que el típico defraudador tiene características similares al ser comparado con el perfil revelado en las encuestas de 2010 y 2013. En consistencia con dichos estudios, el perpetrador del fraude hoy en día tiende a ser principalmente un hombre de entre 36 y 55 años de edad (69% de los defraudadores investigados) y cuenta con una antigüedad en la organización superior a los seis años. Dentro del perfil destacan las siguientes características:
La encuesta revela que los defraudadores prefieren actuar acompañados. En 62% de los casos globales, las personas cometen fraude en colusión con otros. En América Latina, esta tendencia prevalece aún más, ya que en el 76% de los casos los defraudadores actuaron en colusión. En parte, esto se da porque los defraudadores necesitan asociarse para evadir los controles internos, lo que resulta particularmente amenazante para las empresas. Los grandes grupos de defraudadores (de más de cinco personas) tienden a ejercer un mayor daño financiero que un solo defraudador. Con respecto a este tema, enlistamos los siguientes hallazgos:
“La globalización y las regulaciones son solo algunas de las grandes tendencias que resaltan la importancia de tener controles en los negocios hoy más que nunca,” mencionó Shelley Hayes. Al combinar el uso de la tecnología más frecuente y un nivel generalmente bajo de prevención y detección dentro de la compañía, se crea un ambiente bastante fértil para la comisión de fraudes. Es de notar que los fraudes detectados por accidente tienen el mismo porcentaje de incidencia (14%) que los detectados por el área de Auditoria Interna, que suelen tener bajo su mandato la identificación de estos tipos de episodios anómalos y actos indebidos.
El fraude oportunista: una preocupación creciente
La debilidad en los controles internos constituye un factor de peso en la actuación de 61% de los individuos que comenten fraude. El número de defraudadores capaces de cometer sus actos, como resultado de tomar ventaja de la vulnerabilidad de los programas de prevención internos, pasó de 18% en el reporte de 2013 a 27% en el actual. Incluso si los controles son robustos, los defraudadores pueden evadirlos y consiguen anularlos. Un 16% de los defraudadores fueron capaces de eludir los controles y otro 20% defraudó sin tener en cuenta los controles.